2012/03/03

M. mi amigo

Las escuelas estaban vacías y los maestros —maestras no existían aún en aquella época— estaban en paro forzoso.

            En la calle ya no se veía ni un niño. Las carreteras estaban rotas y las casas caídas.

            De vez en cuando, se veían mendigos pidiendo dinero o comida. Yo no tenía mucho que dar, pero les daba algún euro.

            Parece que ser turista o periodista es muy fácil y divertido, pero algunas veces es muy difícil.

            Un día conocí a Miguel. El me dice que le llame M. M tiene los ojos muy claros y el pelo negro.

            ¿Quieres que te cuente cómo nos conocimos?

            Yo iba caminando por el pueblo para encontrar una persona con quien hablar. De repente, me perdí en un cruce de caminos. Pasé un hora y media intentando salir de allí, pero no lo conseguí. Pasó la noche y vino un niño: M. Él me preguntó por qué había ido a ese sitio por el que nadie pasaba nunca. Él me dijo que la gente iba por allí sólo cuando quería estar sola. Le pregunté por qué quería estar solo y él no me contestó.

            M se fue a casa y yo le seguí.  Me quedé durmiendo en su casa. Sin embargo, al día siguiente, él salió de su casa y ya no volvió más.

            A mí se me acabaron los días de los que disponía como periodista para realizar mi trabajo. Fui al aeropuerto para coger un vuelo de regreso. Durante todo el viaje fui dándole vueltas a qué tipo de sanción podrían imponerme porque regresaba sin una sola entrevista. A pesar de todo, estaba tranquilo porque había hecho un amigo, y eso era lo más importante.

No hay comentarios: