Aquella noche estaba desesperada. No podía creer lo que sus ojos veían. Todo cuanto hacía salía volando del papel.
A la chica, se le ocurrió sacarle punta al otro lado del lápiz y dibujó su desesperación, pero antes de terminar se le rompió la punta del lápiz . Le faltaba la otra punta del lápiz. Empezó a pintar, pero el lápiz no pintaba. ¿ Por qué sería ? Nuestra protagonista, pensó y pensó, pero, no encontró el modo de pintar con ese lápiz.
Entonces, se quitó la diadéma y dijo estas palabras :
- ¡¡ El rosita mariposita !!
Apareció un duende rosa, salido por la diaidéma y la niña le contó su problema. El duende le dijo que pintara la solución de su desesperación y la chica le dió las gracias por la idé que túbo.
Entonces, díjo otras palabras.
- ¡¡ Resuelto el problema, se acabó el poema !!
La niña se colocó la diadema en la cabeza y pintó una cara sonriente. ¡ El color del dibujo, el gris, se comvirtió en verde; en su color favorito !
La cara sonriente salió del papel y se metió en el cuerpo de la chica. De repente, nuestra protagnista, sintió que algo se le salía y otra cosa que se le entraba; Eran la desesperación y la alegría. Se le salió la desesperación y le entró la alegría.
Al fin, aun que el lápiz volvió a pintar por los dos lados, la chica, solo pintó por el lado de la alegría.
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